viernes, 19 de agosto de 2011

Qué raro se me hace escribir desde este otro lado del mundo...

Soy Cristina, llevo ya unos días en España y quiero compartir unos parrafos sobre mi estancia en Perú con todos vosotros.

Afronté este mes con muchísima ilusión. Los que me conocéis, sabéis que me encantan los retos y vivir nuevas experiencias. Sinceramente, al principio no sabía muy bien cuál era mi misión, qué se esperaba de mí, si sería capaz de cumplir las expectativas que en mí y en el resto de compañeros, habían puesto cada uno de los miembros de la ONG. Si bien es cierto que en el curso de voluntariado, Nieves y Jose nos habían repetido hasta la saciedad que teníamos que vivir la experiencia, compartir nuestro tiempo con la gente y que nos traeríamos más de lo que realmente íbamos a aportar, yo no lo terminaba de entender. ¿Cómo voy a ir yo allí a traerme nada, si estarán necesitados de todo lo que se pueda aportar? Y me equivocaba, pero mucho.

¡Cuánto tendríamos que aprender de ellos!

Ya habéis visto en las fotos las casas y calles de José Gálvez y os podéis hacer una idea de la pobreza o escasez de la gente de por allí. Pero dentro de su humildad, son capaces de mirar al otro antes que a sí mismos, compartir, escuchar y valorar al hermano por lo que es y no por lo que tiene. Me han dado una verdadera lección de vida.

Y qué decir de las Hermanas, con qué alegría nos abrieron las puertas de su casa, sin ninguna mala cara por nada, se adaptaron a nuestras costumbres españolas, al escándalo, y a cuatro personas, en principio desconocidas, con una delicadeza admirable, con el sentimiento fraternal que distingue a los Carmelitas. Con razón se han ganado nuestro cariño.

Gracias también a Cata y toda su familia, por acogernos y tratarnos como parte de ellos. Cercanos, cariñosos y amables hasta no poder más, consiguieron que sintiera que ahora también tengo una familia en Perú.

Y por último, y no por ello menos importante, infinitas gracias a Jose, por enseñarme a mirar más allá de lo evidente, por tener una paciencia infinita y, sobre todo, por ser "nuestro Padre" en Perú.

Me traigo la maleta llena de experiencias, ciertamente he recibido más de lo que he dado, pero gracias a ello, ahora estoy motivada a trabajar desde aquí y devolver una parte de lo mucho que ellos han aportado a mi vida.

Muchas gracias a Karit por haberlo hecho posible.

1 comentario:

  1. Hola a tod@s! Leyendo lo escrito por mis compañeras de viaje una vez en España, no puedo evitar cerrar los ojos y hacer como que estoy aún allí, sentir esa esperiencia exquisita, mágca e inolvidable que jamás olvidaré, no puedo evitar sentir algo dificil de explicar con palabras que hace que me emocione, gracias también de mi parte una vez más a tod@s por todo. Silvia.

    ResponderEliminar